El primer encuentro
"El mundo cambia si dos se miran y se reconocen" ("Piedra de Sol" - Octavio Paz) |
Los días que precedieron la partida de Bingley fueron muy tranquilos, Darcy tenía una serie de compromisos que cumplir, en muchos de los cuales coincidió con las hermanas de su amigo, pero la mayor parte del tiempo la compartió con su hermana, que desde hacía un tiempo se había encerrado en si misma y se le veía cada día más timida; él disfrutaba mucho sus avances al piano y ella tocaba casi exclusivamente para él, desde el verano anterior no le gustaba que las personas la escucharan; para ella tocar y sentir las música era una experiencia liberadora y personal y se sentía indefensa cuando debía además escuchar las adulaciones y halagos de otras personas.
Georgiana era una joven de dieciséis años, muy hermosa, de cabello rubio, con una mirada inquieta y una sonrisa muy noble, que admiraba y amaba profundamente a su hermano, se esmeraba en sus estudios no solo porque tenía conciencia de lo importantes que eran para Darcy sino porque disfrutaba aprender. Vivía en Londres desde la muerte de su padre y en ausencia de su hermano estaba bajo el cuidado de su institutriz, la Sra. Annesley, quien demostraba un profundo cariño por Miss Georgiana y por Mr. Darcy. En compañía de su hermano, de su institutriz, de su primo el Coronel Fitzwilliam e incluso de Charles Bingley, Georgiana se abría un poco y podía apreciarse en ella la alegría e inquietud de siempre.
Darcy tenía la idea de regalarle un hermoso y moderno pianoforte del que se había quedado prendada.
- La Sra. Annesley, me trajo uno folleto interesantísimo que explica como funciona el nuevo sistema de pedales de Monsieur Érard, ninguno de los nuestros es tan moderno.
- No sabía que supieras tanto de sistemas de pedales
- Además es de gran cola y tiene una grapa para las cuerdas... ¡si vieras el revestimiento y la marquetería! - Georgiana reía y su hermano estaba tan contento de verla así, que tenía claro cual sería su regalo de navidad ese año.
- ¡Si lo vieras hermano!... es de madera de haya... ¿te he dicho que es de tres cuerdas y cinco octavas?
- Pareciera que Bingley te ha contagiado su entusiasmo - Darcy reía
- Deberías sonreir más, quizá también a ti deban contagiarte el entusiasmo. Últimamente estás más serio que de costumbre, creo que deberías enamorarte.
- ¡¿Enamorarme?!
- Y casarte.
- Ve a tocar un poco de música - las ideas de su hermana lo divertían mucho
Darcy tenía la idea de regalarle un hermoso y moderno pianoforte del que se había quedado prendada.
- La Sra. Annesley, me trajo uno folleto interesantísimo que explica como funciona el nuevo sistema de pedales de Monsieur Érard, ninguno de los nuestros es tan moderno.
- No sabía que supieras tanto de sistemas de pedales
- Además es de gran cola y tiene una grapa para las cuerdas... ¡si vieras el revestimiento y la marquetería! - Georgiana reía y su hermano estaba tan contento de verla así, que tenía claro cual sería su regalo de navidad ese año.
- ¡Si lo vieras hermano!... es de madera de haya... ¿te he dicho que es de tres cuerdas y cinco octavas?
"¡Al menos con eso puedo hacerte feliz!. Es más te regalaría uno cada día de la semana si con eso dejas esa tristeza y esa culpa que no mereces."Hacía mucho que Georgiana no veía a su hermano tan sonriente, con ella solía estar de buen humor pero era tan raro verlo reír que se esforzaba en mantener su estado de ánimo.
- Pareciera que Bingley te ha contagiado su entusiasmo - Darcy reía
- Deberías sonreir más, quizá también a ti deban contagiarte el entusiasmo. Últimamente estás más serio que de costumbre, creo que deberías enamorarte.
- ¡¿Enamorarme?!
- Y casarte.
- Ve a tocar un poco de música - las ideas de su hermana lo divertían mucho
- No puedes negar que hay muchas señoritas interesadas...
- ¡Muchas!
- Ahí tienes a Caroline Bingley...
- ¡Muchas!
- Ahí tienes a Caroline Bingley...
- La siguiente que vas a mencionar es Anne - mientra decía esto ponía los ojos en blanco
- Eso haría muy feliz a la tía - dijo divertida Georgiana
- ¿Creí que querías que sonriera más?
- Pero ninguna de ellas me gusta para ti, ninguna te merece.
- Jaja... ¿De dónde sacas esas ideas?
- Mr. Bingley y yo estuvimos hablando cuando regresaron de Netherfield Park.
- Ya me lo imaginaba - A Darcy le divertía mucho las ocurrencias de su amigo y su hermana.
- Pero ninguna de ellas me gusta para ti, ninguna te merece.
- Jaja... ¿De dónde sacas esas ideas?
- Mr. Bingley y yo estuvimos hablando cuando regresaron de Netherfield Park.
- Ya me lo imaginaba - A Darcy le divertía mucho las ocurrencias de su amigo y su hermana.
- ¿Aún no has conocido a alguna que te interese?, ¿me lo dirías, cierto?
- No, no he conocido ninguna y te lo diría solo si prometes comportarte.
- ¡Entonces quizá en Hertfordshire conozcas a la mujer perfecta!
- No, no he conocido ninguna y te lo diría solo si prometes comportarte.
- ¡Entonces quizá en Hertfordshire conozcas a la mujer perfecta!
- ¡Ve y toca algo de música!
Mientras Georgiana se sentaba frente a su pianoforte e interpretaba el Allegro Molto de las Deux Sonates de Boëly, Darcy estaba contento, había dejado de escribir y se apoyaba en el piano, Georgiana le recordaba tanto a su madre, de una manera tan alegre. Esa tarde era una de las más felices de los hermanos Darcy en mucho tiempo, algo en el ambiente le decía que quizá cosas mejores estaban por venir.
A los pocos días regresó Bingley a Londres, estaba fascinado con el campo, con sus vecinos, con la amabilidad que le habían demostrado y no paraba de contarle a Darcy con entusiasmo sobre sus nuevas relaciones, por fin había conocido a Mr. Bennet, fue uno de los primeros en visitarlo, y aunque había correspondido a la visita no había tenido la oportunidad de ver a sus hijas.
Darcy lo escuchaba bastante distraido, estaba escribiendo a su administrador y saber quien era la más bonita de las Bennet no llamaba su atención tanto como la delimitación de ciertas laderas, además el mismo Bingley no había visto a semejantes tesoros, por lo que en lo que a él concernía, eran simples especulaciones. Cuando todo estuvo listo partieron rumbo a Netherfield Park, Caroline, Louisa, su esposo, Bingley y Darcy.
Desde su arribo a Hertfordshire se sucedieron incansablemente las visitas y presentaciones, parecía que todos los caballeros de la zona estaban interesados en conocer a Bingley y por si fuera poco, un par de días después había un baile al que su amigo estaba empeñado en asistir, así que los planes de descanso de Darcy estaban temporalmente suspendidos. Una de esas visitas fue Sir William Lucas, que no paró en más de una hora de hablar sobre las maravillas de la zona, lo maravilloso de la belleza del campo, las maravillosas jóvenes que conocerían en el baile, y por supuesto de las maravillas de sus hijas y de las hermanas Bennet.
- Todas ellas en edad de matrimonio, mi estimado Mr. Bingley, todas ellas llenas de virtudes y belleza.
El día del bailé por fin pudo tener Darcy un poco de tranquilidad, nadie se apareció ese día, salió a dar un paseo a caballo, escribió a su hermana y pudo charlar con su amigo, el único problema era que Bingley seguía con el tema de las hermanas Bennet, Darcy ignoraba qué tanto habían podido contarle de esas señoritas a su amigo para que estuviera tan ansioso, pero confiaba que una vez que las conociera y confirmara que seguramente no tenían nada de especial su entusiasmo recaería en otro tema.
A Bingley quizá lo que más le alimentaba la imaginación era que Longbourn, la propiedad de la familia Bennet, estaba rodeada por cuatro fosos, lo que generaba una fantasía sobre 5 virgenes viviendo en una especie de isla.
Cuando por fin llegaron al baile, estaban un poco retrasados, la música sonaba al interior igual que muchas voces y risas. Bingley estaba alegre e intentaba contagiar a todos con su entusiasmo, Caroline veía todo con desdén, los Hurst se veían resignados y a Darcy, aunque intentaba mejorar su humor por su amigo, la idea de pasar la velada rodeado de extraños francamente no lo motivaba.
- Seguramente va a ser una noche muy alegre - Bingley lo decía tan convencido que durante casi un segundo Darcy estuvo de acuerdo con él.
- Me conformaría con que no fueramos el centro de las miradas - murmuró Darcy cuando ese casi segundo se hubo agotado.
Al entrar al salón todas las miradas se dirigieron a ellos, la música cesó y fue en ese momento que Darcy notó que caminaba al centro de su grupo y que las miradas luego de recorrer al grupo se fijaban en él.
Justo lo que no quería, caminaba pausado, la superioridad del grupo era evidente, en particular la de Mr. Darcy, que estaba absorto en sus pensamientos mientras los asistentes los saludaban con extrema cortesía.
Al momento de pensar esto sus ojos se cruzaron con los de una joven, ella sostuvo su mirada el breve instante que duró, antes que él retirara la vista; tenía la sensación de haber reparado demasiado tiempo en esa mirada y eso le producía la más extraña de las sensaciones; comenzó a sentirse aún más incomodo y confiaba en que ella no hubiera notado la brusquedad con la que desvió su mirada. Era uno de esos escazos momentos en que debía concentrarse para retomar el control, aunque no duró más que un par de segundos le parecieron una eternidad y es que había algo en esa mirada que lo había perturbado.
Y se obligó a pensar en otros temas, después de todo qué podría importar quién fuera.
Mientras Georgiana se sentaba frente a su pianoforte e interpretaba el Allegro Molto de las Deux Sonates de Boëly, Darcy estaba contento, había dejado de escribir y se apoyaba en el piano, Georgiana le recordaba tanto a su madre, de una manera tan alegre. Esa tarde era una de las más felices de los hermanos Darcy en mucho tiempo, algo en el ambiente le decía que quizá cosas mejores estaban por venir.
A los pocos días regresó Bingley a Londres, estaba fascinado con el campo, con sus vecinos, con la amabilidad que le habían demostrado y no paraba de contarle a Darcy con entusiasmo sobre sus nuevas relaciones, por fin había conocido a Mr. Bennet, fue uno de los primeros en visitarlo, y aunque había correspondido a la visita no había tenido la oportunidad de ver a sus hijas.
Darcy lo escuchaba bastante distraido, estaba escribiendo a su administrador y saber quien era la más bonita de las Bennet no llamaba su atención tanto como la delimitación de ciertas laderas, además el mismo Bingley no había visto a semejantes tesoros, por lo que en lo que a él concernía, eran simples especulaciones. Cuando todo estuvo listo partieron rumbo a Netherfield Park, Caroline, Louisa, su esposo, Bingley y Darcy.
Desde su arribo a Hertfordshire se sucedieron incansablemente las visitas y presentaciones, parecía que todos los caballeros de la zona estaban interesados en conocer a Bingley y por si fuera poco, un par de días después había un baile al que su amigo estaba empeñado en asistir, así que los planes de descanso de Darcy estaban temporalmente suspendidos. Una de esas visitas fue Sir William Lucas, que no paró en más de una hora de hablar sobre las maravillas de la zona, lo maravilloso de la belleza del campo, las maravillosas jóvenes que conocerían en el baile, y por supuesto de las maravillas de sus hijas y de las hermanas Bennet.
- Todas ellas en edad de matrimonio, mi estimado Mr. Bingley, todas ellas llenas de virtudes y belleza.
"¿En edad de matrimonio?, ¡¿dijo en edad de matrimonio?!... ahora entiendo el desfile de caballeros estos días por Netherfield... ¿Qué pueden tener de especial las famosas hermanas Bennet?, no entiendo tanta adulación para esas cinco damas, dos de ellas demasiado jóvenes para debutar en sociedad."- ¿Qué tal usted Mr. Darcy, no lo emociona conocer a tanta joven hermosa? - Sir William, estaba encantado con el amo de Pemberley, nunca había tenido el placer de relacionarse con alguien de tal aboleno, y estaba seguro que Darcy estaría fascinado en Hertfordshire.
"Espero sinceramente que aceptar venir a Netherfield no haya sido un error."Si Mr. Darcy estaba incomodo, las hermanas de Bingley estaban francamente fastidiadas, aunque Caroline se veían encantada con los continuos elogios a su belleza y elegancia. Para Darcy quedaba claro que a esas personas les faltaba un poco más de mundo.
El día del bailé por fin pudo tener Darcy un poco de tranquilidad, nadie se apareció ese día, salió a dar un paseo a caballo, escribió a su hermana y pudo charlar con su amigo, el único problema era que Bingley seguía con el tema de las hermanas Bennet, Darcy ignoraba qué tanto habían podido contarle de esas señoritas a su amigo para que estuviera tan ansioso, pero confiaba que una vez que las conociera y confirmara que seguramente no tenían nada de especial su entusiasmo recaería en otro tema.
A Bingley quizá lo que más le alimentaba la imaginación era que Longbourn, la propiedad de la familia Bennet, estaba rodeada por cuatro fosos, lo que generaba una fantasía sobre 5 virgenes viviendo en una especie de isla.
Cuando por fin llegaron al baile, estaban un poco retrasados, la música sonaba al interior igual que muchas voces y risas. Bingley estaba alegre e intentaba contagiar a todos con su entusiasmo, Caroline veía todo con desdén, los Hurst se veían resignados y a Darcy, aunque intentaba mejorar su humor por su amigo, la idea de pasar la velada rodeado de extraños francamente no lo motivaba.
- Seguramente va a ser una noche muy alegre - Bingley lo decía tan convencido que durante casi un segundo Darcy estuvo de acuerdo con él.
- Me conformaría con que no fueramos el centro de las miradas - murmuró Darcy cuando ese casi segundo se hubo agotado.
Al entrar al salón todas las miradas se dirigieron a ellos, la música cesó y fue en ese momento que Darcy notó que caminaba al centro de su grupo y que las miradas luego de recorrer al grupo se fijaban en él.
Justo lo que no quería, caminaba pausado, la superioridad del grupo era evidente, en particular la de Mr. Darcy, que estaba absorto en sus pensamientos mientras los asistentes los saludaban con extrema cortesía.
"Es un lugar de masiado pequeño para tantas personas, no me extrañaría que alguna dama necesite ayuda en un ambiente tan cerrado... quizá podría contagierme del entusiamo de Bingley, pero dudo que haya alguien que robe mi atención".Mientras caminaba Darcy intentaba observar a los asistentes sin ser resultar demasiado obvio, pero nada ni nadie era lo suficiente tantador como para que mejorara su ánimo, así que comenzó a convencerse que sería una larga noche.
"Tal como lo imaginé, si bien las jóvenes son agradables no destacan por su belleza"
Al momento de pensar esto sus ojos se cruzaron con los de una joven, ella sostuvo su mirada el breve instante que duró, antes que él retirara la vista; tenía la sensación de haber reparado demasiado tiempo en esa mirada y eso le producía la más extraña de las sensaciones; comenzó a sentirse aún más incomodo y confiaba en que ella no hubiera notado la brusquedad con la que desvió su mirada. Era uno de esos escazos momentos en que debía concentrarse para retomar el control, aunque no duró más que un par de segundos le parecieron una eternidad y es que había algo en esa mirada que lo había perturbado.
"¿Quién...?, ¡no importa!..."
Y se obligó a pensar en otros temas, después de todo qué podría importar quién fuera.
Que interesante esta perspectiva de las cosas, quien fuera lizzy, que romántico primer encuentro, me gustó mucho la manera de ser de Mr. Darcy por momentos deja entrever su cálido corazón.
ResponderEliminarMe encanta la redacción que manejo del lenguaje, me transportas al lugar de los hechos un abrazo Coco.